Ir al súper
pendiente de la letra pequeña de cada producto para cerciorarse de que no han
usado insectos en su composición. Cenar solo ‘guarnición’ en las reuniones con
amigos. O pasarse la vida dando explicaciones y recibiendo reproches por haber
renunciado voluntariamente al sabor del jamón serrano. Así es en nuestro país
la vida diaria de muchos vegetarianos.
Según la UniónVegetariana Europea (EVU), en España existen alrededor de 1.800.000
vegetarianos. Veganos, ovo-lacto-vegetarianos, crudívoros… son muchas las corrientes
que existen dentro del vegetarianismo. Algunas de ellas incluyen productos
derivados de los animales, como la leche, los huevos o la miel y otras, como la
vegana, son mucho más estrictas y llegan a trasladarse a otros hábitos como el
vestido y el calzado. Aunque siempre existe un factor común: todos ellos han
suprimido la carne y el pescado de su dieta.
Tantos motivos como personas
No todas las
personas que adoptan un estilo de vida vegetariano lo hacen por los mismos
motivos. Las razones pueden ir desde creencias religiosas, hasta el simple
hecho de haber adquirido el hábito de que no nos guste el sabor de la carne.
Según David
Román, portavoz de la Unión
Vegetariana Española (UVE), “en general, la gente adopta el vegetarianismo
por principios, que están relacionados con los aspectos positivos para la
salud, para los animales y para el medio ambiente. Si bien es cierto que la
gente que lo hace por la salud no suele ser 100% vegetariana (es decir, todo el
tiempo), se puede decir que quienes lo hacen por ética (respeto hacia los
animales) suelen ser más firmes en su decisión”.
Este es el
caso de José Meseguer. Tomó hace dos años la decisión de dejar de comer carne
después de ver un documental en que mostraban la realidad en el interior de los mataderos. “Me marqué una
quincena para dejar de comer pescado y otra para dejar de consumir huevos,
lácteos y miel”. Ahora José es vegano, la versión estricta del vegetarianismo:
“los veganos no consumimos ningún derivado animal como leche, miel o huevos.
Tampoco vestimos ninguna prenda de piel, plumas, seda… No utilizamos
productos que testen en animales. Nada que implique la explotación animal. Opté
por esta forma de vida porque la veo la más justa y coherente con mi forma de
entender el respeto a los seres sintientes. Es un paso complicado y es difícil
llevarlo a cabo al principio, pero en poco tiempo te acostumbras y es muy reconfortante
saber que no contribuyes al maltrato animal, reconoce José.
El primer paso
Aunque
pudiera parecerlo, no siempre es sencillo explicar en nuestro entorno que hemos
decidido suprimir la carne de nuestra vida. “Generalmente”, cuenta Román,
“salvo que exista algún precedente en la familia, la primera reacción es de
rechazo, de intentar convencerte de que es una locura y de que si no comes de
todo, tendrás problemas de salud. Todo el mundo intenta quitártelo de la
cabeza. Y curiosamente, suelen ser personas que no tienen conocimientos de
nutrición, simplemente es una respuesta comprensible ante un intento de cambiar
los hábitos que siempre hemos tenido y que consideramos como una verdad
absoluta”.
José Antonio
Gómiz vivió algo parecido cuando comunicó que iba a seguir una dieta
ovo-lacto-vegetariana por motivos de salud. “Lo primero que te preguntan es de
donde vas a sacar las proteínas, y cuando les das ejemplos de fuentes de
proteínas de origen vegetal (soja, frutos secos, legumbres, tofu, algas, miso…)
te responden ¡Con lo buena que esta la carne!”.
Meseguer
coincide también en que, a pesar de que hay gente que lo entiende a la primera,
“siempre hay quien te pregunta despectivamente o se ríen. Normalmente sus argumentos
son muy básicos y llega el momento en que ni siquiera respondes. Das por
imposible que entiendan o puedas convencerles de que hay una forma de vivir sin
hacer daño al resto de especies”.
La cesta de la compra
Para un
vegano hacer la compra muchas veces puede resultar una prueba de investigación.
¿Cómo estar seguro de que determinado producto no contiene ingredientes de
origen animal? Tener que ir fijándote en la composición de las etiquetas “puede
hacerte perder unos minutos más en tu compra, pero con el tiempo tienes ya tus
productos favoritos y te cuesta poco encontrarlos, pero es cierto que a veces
puedes comprar productos que lleven contenido de origen animal sin darte
cuenta”, comenta Meseguer.
Un claro
ejemplo de estos alimentos engañosos es el de las golosinas, que se fabrican
utilizando gelatinas
de origen animal como la E-441 (generalmente usando piel y cartílagos de cerdo)
o el del colorante alimentario E-120 que se obtiene machacando
ciertos insectos como la cochinilla, y que se hizo famoso cuando la cadena
de cafeterías Starbucks decidió dejar de utilizarla en sus Frappuccinos debido
a la presión popular.
En nuestro
país no existe ningún tipo de normativa que obligue o favorezca el etiquetado
de los productos que no contienen ingredientes de origen animal. Algo que están
intentando introducir desde la UVE. “En general, el etiquetado de los
productos en los supermercados no satisface las necesidades del colectivo
vegetariano, y nos obliga a leer cuidadosamente las etiquetas de composición.
En muchas ocasiones, especialmente con los aditivos, el consumidor tampoco
puede saber con certeza si los ingredientes son de origen animal o no”, explica
Román.
¿Pero dónde
encontrar un supermercado con productos etiquetados correctamente o que venda
tofu? En muchas ocasiones la única alternativa para poder llevar una dieta
vegetariana variada con total seguridad es el acudir a tiendas y centros
especializados. Algo que, según Román tiene su cara y su cruz. “En principio
los productos vegetales son más económicos que los productos animales, y la
cesta de la compra en conjunto debería ser más barata. Ahora bien, se encarece
debido a que en muchos casos, adquirimos productos de agricultura ecológica,
que tienen un precio algo superior. Pero también hay que considerar que son más
nutritivos y son mejores para nuestra salud y la del planeta, con lo cual
entran otros factores que podríamos llamar ‘valor a largo plazo’ y que van más
allá del valor monetario en el momento de la compra”.
Comer fuera de casa
Pese a que
cada vez son más los bares y restaurantes sensibilizados con la cultura
vegetariana, España sigue siendo uno de los países de Europa donde resulta más
difícil encontrar menús vegetarianos. “Hay restaurantes con muchas opciones
veganas, pero no suelen ser los típicos españoles, en ellos te tienes que
amoldar y comer verdura, arroz hervido y poco más. Por suerte donde suelo ir ya
lo saben y siempre tienen algo especial para mi. Por ejemplo, cuando vas a una
boda avisas a los novios y ellos hablan con el restaurante, según la calidad
del establecimiento cenas mejor ese día o te toca conformarte con un plato de
verdura a la plancha”.
El portavoz
de UVE advierte de que “aunque la mayoría de los restaurantes, si se les avisa
intentan adaptarse, siempre hay que llevar la precaución de que sepan realmente
qué es la comida vegetariana, y que no añadan ingredientes como jamón, anchoas,
etc., algo bastante frecuente”. Este problema es menos habitual a la hora de ir
de compras, ya que las prendas de vestir sí que están etiquetadas de una manera
mucho más sencilla. “Con la ropa no suele haber problemas, hoy en día se puede
fácilmente evitar la lana, la seda, el cuero y las pieles porque hay una gran
variedad de tejidos sintéticos, además del algodón. Hasta hace poco, lo más
difícil era encontrar calzado vegano, pero cada vez es más sencillo, incluso en
tiendas de moda convencionales hay oferta de calzado sintético que pueden
satisfacer a cualquiera”.
Una carrera de fondo
Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición
(AESAN) la población de nuestro país debería aumentar el consumo de cereales,
preferentemente integrales, frutas, hortalizas, legumbres, frutos secos y
aceite de oliva para tener una dieta equilibrada. Según su Encuesta de Ingesta
Nacional dietética elaborada en 2011, sólo el 43 por ciento de los españoles
consume hortalizas diariamente. Unos datos que pueden ayudar a explicar el
porqué todavía las costumbres vegetarianas no se encuentran perfectamente
normalizadas en nuestro imaginario gastronómico.
Una
situación que, aunque delicada, va mejorando a pasos diminutos. “Sin duda las
cosas han cambiado mucho en la última década. Si tiempo atrás se nos veía como
una secta o se tenía la imagen del ‘hippy’, hoy en día es una tendencia
bastante aceptada socialmente que va ganando popularidad. De hecho, muchas
estrellas del cine o la música se declaran abiertamente como veganos o vegetarianos,
lo cual ha ayudado mucho a normalizar la imagen de nuestro colectivo. Y pienso
que la tendencia para el futuro es que aumente en aceptación social”, concluye
Román.
Dime qué comes y te diré qué eres
Vegetariano: Es el termino general que engloba aquella alimentación basada en el consumo de vegetales, bien sea por motivos de salud o cualquier otro motivo.
Lacto-vegetariano: Dieta basada en alimentos de origen
vegetal en la que únicamente se incluye la leche como alimento de origen
animal.
Ovo-lacto-vegetariano:Alimentación en la que no se incluye
carne o pescado de ningún tipo, pero en la que sí que se aceptan la leche y los
huevos junto a todo tipo de vegetales.
Api: El prefijo que se añade para
indicar que en cualquiera de las dietas anteriores se incluye el consumo de
miel.
Vegano: Es un estilo de vida estrictamente
vegetariano que trasciende de la alimentación, en el que prima el componente
ideológico de respeto a los animales y al medio ambiente. No consumen o visten
absolutamente nada de origen animal o que implique sufrimiento de animales.
Crudívoro: Se trata de una dieta vegetariana
estricta, en la que se consumen los vegetales crudos o sometidos a menos de
30/40 grados, con el objetivo de no alterar sus propiedades.
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